7.05.2005

Y el foco metalizado pasó encandilándome de tal modo que ni los vuelos de un superhéroe pudo devolverle, a mi estado atónito, la cordura. La estela luminosa gris y roja se mimetizó en la oscuridad perdiéndose en la esquina, y yo con la llave en la mano pero sin ganas de entrar, con hambre de más besos sin poder saciar, por la maldita y estúpida manera que tengo de correr cuando no se me ocurre nada mejor que hacer, cuando no se decir quedate.