4.27.2006

Extrañamente llueve y tengo que escribir.
Las gotas son de grueso calibre, que amenazan mi seguridad de sabana hasta el cuello.
A las coincidencias las tomo como una eventual normalidad yuxtapuesta con la suerte, buena o mala, de tenerte viviendo, abismalmente, cerca.
Antes que la nebulosa dispersión de lunes termine de hacer bolsa las pocas horas de sueño, bienvenida al mundo de los que tienen agua caliente.
La lluvia tomó por sorpresa a una pareja que se besaba, y a mi con ganas de batirla a duelo. Porque si algo saben las amorfas células acuosas es que distraen a todas las personas de sus actividades.
Te ponen a prueba, ¿qué tan concentrado estabas leyendo?
¿estás dispuesto a engriparte por una chica?
El flaco pelilargo que está en la vereda de enfrente si.
Me pregunto ¿cuál será mi prueba?¿evitar sonreír cuando tu papá, entre líneas, me dice que estás bien?
Entonces hoy me agarró indefenso y desprevenido.
Extrañamente, 10 minutos después, las gotas dejaron de reventarse contra el asfalto.
Y yo me di cuenta de que no pasé la prueba.
Extrañamente llovió, paró, y yo volví a pensar en vos.