Y Tertulio abrió sus brazos después de quemarse con la leche y gritó a los cuatro vientos: "La puta madre que lo parió. Comí yogurto y me intoxiqué. Insistí con el queso y produjo que mi estomago crujera. Sacaron la leche condensada del mercado. Sin cansarme seguí experimentando con la manteca, margarina que lo único que produjeron fue un exceso de colesterol y grasas. El dulce de leche me asqueó. Y sigo acá. Esperando. Se que algún día la vaca se va a dar vuelta y me va a pedir perdón la muy cabrona. No pienso volver a llorar si ella, o alguno de sus derivados, vuelve a lastimarme", cerró los brazos. Miró en la alacena. Se dio vuelta, saco una taza de la barra y se preparó una chocolatada con leche en polvo.