7.14.2006

Se animó, enganchó la pelota con su pie menos hábil y casi de casualidad dibujó una gambeta en el césped. Como era tarde para arrepentirse y frenar, bajó la cabeza, la tiró larga y corrió. "Todas las posiciones son fijas, los jugadores no pueden pretender ser todos 10", las palabras de su abuelo le zumbaba las orejas.
Fernando, que era su amigo, lo entendía, así que, pese a su posición de central adelantado se cerró a la izquierda tapando el agujero que el tolito había dejado.
Ya a media distancia del arco rival, el Tolo, levantó la cabeza y distinguió a Morandini en la puerta del área, la largó y se quedó estupefacto. "Corré Boludo", gritaba Fernándo desde el fondo, que rapidamente le clavó la mirada a Morandini, el ocho, cómo diciéndole: "No le fallés, una vez que se animó".
El ocho, cómo escuchando las plegarias de Fer la tocó seca, de una, despistando a los defensores centrales que s le venían al humo.
Con la pared de Morandini y el pie izquierdo del defensor habilitándolo, tolito se quedó sólo frente al arco. Acomodó el derecho al lado de la pelota, como dicen los manuales y disparó un zurdazo que terminó en la popular local, que, automáticamente, se quedó muda "¿Cómo alguien tan burro puede tener el tupé de avanzar y patear tan feo al arco?", se preguntaban los técnicos y la parte más pesada de la hinchada que hasta hace minutos nomás había estado proliferando insultos a diestra y siniestra. Tolito ya estaba volviendo a su posición original, y en el medio recibió las palabras de los delanteros que nunca escuchó. Cuando pasó cerca de Fernándo y este lo saludó, murmuró unas palabras: "Las posiciones no son fijas, tienen que ser rotativas", miró al cielo hizo como una seña, y se preparó para rechazar la salida del arquero rival.