Como te digo maldita geisha que amo tus arañazos en la espalda y tus dulces besos que tienen poco y menos de agonía que de reproches. Soy tan infantil que juego a conquistar el tablero nunca antes combatido. Quiero acomodar las piezas para que todo encaje en un perfecto sentido imputable y armonioso, que la tristeza no es una excusa y los amores son una causa. Levántate y anda entre las parcelas mal pagas de idas y venidas mal encontradas, por infortunios o causalidades. Que no vale ni el pasado ni el futuro, sólo el presente, para decirte que adoro acuñarme en tus labios y brazos que me ahogan de satisfacción y hacen darme cuenta que el inalcanzable no era yo.
Una geisha con rodete y túnica ceremonial que esconde espadas deseosas de cortar atenciones otorgadas con solo un guiño de satisfacción.