10.26.2008

Paraguas

La infamia de nuestra hipocresía que buscó siempre más números que vidas.
Todavía hay voces en la esquina.
Voces con furia, bronca, amoralmente políticas.
Hay gritos detrás de la puerta, en la cuadra del barrio de la próxima esquina.
Todavía hay voces dentro nuestro.
Porque los odiosos están en todos lados, no distinguen banderas ni flancos. Esos que te dejan de lado, esos que manchan y pudren al resto.
El resto de las esquinas, de las voces de las esquina.
Todavía.


-¿A vos te parece Aníbal?. Que fantochada, todos muertos quedaron mira vos.
-Figurate, que empezó como una simple discusión diplomática de territorio y terminó lleno de cadáveres el asfalto y las veredas.
-Decime vos Aníbal, ¿era necesario?
Todos descuajeringados. Igual está claro que no llegaron a nada, porque es cuestión de tiempo hasta que se vuelvan agarrar a las trompadas y más muertos.
Suerte que la zafamos porque no nos metemos, que se las arreglen ellos.

Durante años las diferentes orientaciones de clases e ideologías vivieron en puja constante. Cada agrupación, diferenciadas por géneros clasificatorios, conllevaba una carga social que distinguía su orientación. Con el tiempo estos géneros fueron siendo atravesados por diferentes estilos que marcaban formas de hacer y de pensar.
Vale aclarar, que todas estas formas de actuar, fueron representadas y llevadas a cabo por diferentes sujetos, que se creían, sociales. Creían porque con el tiempo se pudo determinar que la sociabilidad no tiene que ver con las formas de pensar, ni actuar de un grupo.
La lluvia fue avasallando y golpeando fuertemente la tierra en décadas enteras. Ganó el territorio suficiente para instalarse y plancharse en grandes espejos de colores que ocuparon el 75 por ciento del territorio ya no terrestre. Renombrando al antiguo planeta tierra como Planeta Azul.

-Pero sí Aníbal. Los goma estos empezaron bien porque llegaron como una alternativa a estos hidropolíticos, que manejaban todo el poder. Se ganaron su lugar pero no les alcanzó, querían más, eso desencadenó todo este desastre.


La infamia de nuestra hipocresía que busca números en vez de vidas.
Todavía hay voces en la esquina.
Voces con furia, bronca, amoralmente políticas.
Hay gritos detrás de la puerta, en la cuadra, el barrio, la próxima esquina.
Todavía hay voces dentro nuestro.
Porque los odiosos están en todos lados, no distinguen banderas ni flancos. Esos que te dejan de lado, esos que manchan y pudren al resto.
El resto de las esquinas, de las voces de las esquina.
Todavía.