100 000 lámparas se encendieron con el destello de tus besos y el pasillo dejó de ser ese ente inocuo y sombrío, que consumía las energías de mis acordes al aire sin destino.
100 000 lámparas encandecieron los dedos que desataron los nudos de tu pelo y liberaron a las hebillas del atroz crimen de mantenerlo oprimido.
100 000 lámparas iluminaron la mañana del mediodía y nunca entendí tu miedo al todo externo, ligado al deber de querer complacer el pasado que investía constantemente tu risa.
100 000 lámparas quebré de bronca e impotencia sólo para darte la razón y mostrarte así lo obediente que suelo ser para no perder.
Libre de las de las flores de loto sobre la seda celeste de tu cuerpo me endulzaste un instante las ganas de querer perdidas.
100 000 lámparas fugaces me iluminaron en un suspiro tuyo la vida y el alma, para darle más sentido a la nueva sombra que es el pasillo en el que, tarde a tarde, juego a encontrarte caminando descalza sin hacer ruido y asustándome con caricias en medio de las sábanas cubiertas de ámbar.
Halagaron sus melodías saltarinas e inesperadas para
correr de la mano esquivando reproches y condenas a los ciegos
desprovistos de ángeles como los de ellos
correr de la mano esquivando reproches y condenas a los ciegos
desprovistos de ángeles como los de ellos
Los monjes intentaron encarcelarla por el extraño idioma
en el que se expresaba, y la forma errática de sus movimientos
alteraron a más de un retraído partener del reino, que no dudaron
en juzgarla obligándola a desaparecer.
en el que se expresaba, y la forma errática de sus movimientos
alteraron a más de un retraído partener del reino, que no dudaron
en juzgarla obligándola a desaparecer.
Le ordenaron desvanecerse entre violetas
oscureciendo los soles pero sabiéndolos despejar
de nubarrones y garúas punzantes cómo dagas de plata.
Prometió volver sólo para combatir los demonios de sus deseos incumplidos
y con un suspiro ansió ver al pequeño samurai aprendiendo a blandir su espada
de madera para que pueda, algún día, volver al más allá y encontrarla con un
beso.
Luna a sol el pequeño Xion empuña sus armas escalando por los montes asiáticos
en búsqueda de pistas que lo llevasen a su amada para así, rescatarla
del fatal destino llamado desde el cielo.
en búsqueda de pistas que lo llevasen a su amada para así, rescatarla
del fatal destino llamado desde el cielo.
"Solo cuando no está en esto amor".