1º Parada. Punta del Este.
En punta del este las sombrillas vuelan en punta y hacia el este.
Se pierden. Tienen vida. Cnasadas ellas de la opresiónde la arena saltan y vuelan. Sus dueños encandilados, en un principio por el sol, que ahora va directo a sus ojos, y anonadados por el repentino alejamiento de su protectora playera, la sombrilla.
Algunos dueños, ahora ex dueños, deciden correrlas para volver a capturarlas, logrando escasas veces su cometido. Otros en cambio sólo se paran y ven a su sombrilla libre partir a otra parada. Ya no en la parada de la 31, dónde las sombrillas vuelan en punta y al este.
2º Parada. Valizas.
Valizas la intermitente 9.P.M
Es raro el contraste. En Punta del Este todos lindos, la estética se afila con la cuchilla de los rubios de lindos ojos y autos caros. Acá ya no confitería and Salads Bar & Grill. Acá las velas y las rastas. Gente alrededor de calles que no tienen asfalto, sentados en veredas que no existen, con paños en el suelo y alambres adornados con piedras locales.
La gente camina en la oscuridad y casi no se ven las caras, sólo candelabros improvisados con bidones plásticos, velas y arena, se mueven, van y vienen. Y nosotros, con el disimulo de los inocentes recién llegados y la distancia que pone cualquier argentino antes de mimetizarse y convertirse en el mejor de los hippies del lugar.
Los monjes vienen marchando
En vez de sotanas llevan ropas sueltas
medias hindues y sucias
Barbas largas de los monjes rastas
Barbas largas de los monjes rastas
Cargan a cuestas una ideología sin ánimos y un tanto sectaria.
Los monjes vienen marchando
Y saludan, hablan, conversan y ríen
siempre que te acerques a sus paños.
Los monjes vienen marchando
La noches que prendimos velas
Y en la playa jugamos a
ver estrellas fugaces.
Parada 5. Santa Teresa-Punta del Diablo.
Tu fuego quema. Rama que se quiebra y estática pegada a las demás se deja abrazar por las llamas. Tus llamas.
Tu fuego sólo queda en mi piel en estos días y cuando me acerco a la fogata ahí está tu fuego de nuevo. Esperando. Tus llamas me llaman, y yo me siento ir. A tus besos, que son fuego.
Santa Teresa fue eso. Fuego/fogata/deseos, y tu voz diciendo que extraña y de nuevo pensar ¿para quién uno escribe diarios? Entonces, te besé en mi imaginación y me dormí al lado del fuego.
Día 10.
Caminé 6km para conocer Punta Diablo, un lugar de terreno desparejo, ranchos de madera y muchos locales de comida. En viaje siempre es complidaco escribir, muchas ideas van y vienen, pero sobre todo el movimiento del bondi me hcae imposible la escritura. Voy a La Paloma con una marca más en la piel y sabiendo que pronto te voy a ver.