Con un pulgar acciona una bala virtual.
Con la mirada los despeina.
Con el silencio se concentra y las bandas sonodras lo despiertan
del sueño diario de accionar con un botón, un bit, un click, o un bang.
Con un pulgar acciona lo que siente y descarga el cargador a gritos y arañazos.
Después piensa "te quiero", apaga la consola y se sienta a fumar.