2.19.2011

Noche

Tan así de bien estaba. Pero con una puntada en la cabeza.
Tan así de bien estaba todo que nada podía fallar estando semi apoyada sobre la mesa.
Tan entregados al éxtasis.
Porqué otra cosa sino una podría estar tan elevadamente tranquila.
Porqué otro motivo, sino la despreocupación de saber que están quemándose cada uno de los bordes de la mesa. Derritiendose en extinción para mañana, bien por la mañana, nacer con una cara más de calavera.
Se había vuelto densa y lo estaba comprendiendo.
Porqué otro motivo sino las parades se volverían tan amarillas, y esas voces que sonaron dulces en un principio ahora son mostruosos aullidos en la madrugada. Ahí nomás o en un parlante retumbando, ya no hay diferencia, no puede salirse de tal maraña de cuerpos estimulados.
Ya desnuda sobre la mesa.
Ya etendiendo que terminó el extasis justo cuando empezaba el temor.
De hallarse ahí.
Cayendo en el viaje.
De haber tomado malas decisiones. Mala hora de saber. Que mal te hace meterte tanto adentro. Tanto sentimiento ajeno. Tanta cocaína en la nariz.
¿Tanta es la violencia que tenía adentro como para no enteder lo que era hundirse?
En su alcohol. En su falopa. En su sucio compañero de noche que empezó a sudar y a ser asquerosamente insostenible.
Insostenible en el sudor de querer irse, tanto hundise.

En el agua.
Limpió, todo lo que tenía del día mientras cantaba que se despierte.
La nena.
Que se despierta.
Ya.
En el agua intentó limpiar a la distancia el camino para que Violeta no se hunda tanto.
Ese lugar donde todo era tan suyo. Que ni se atrevía a mostrarselo a nadie. Que ni se imagianba compartiendo lo que le estaban regalando sin notarlo.
Y así verás, lo dulce y bueno que es amar.

Medio acomodandose el destartalo. Como caminando con un pie derecho siempre adelante del izquierdo pero cruzado, como meneando pero del cansancio.
Entendió lo que era darle sólo el interior del escarnio mismo de sus sentimientos.
El deshecho. Lo residual que puede llegar a ser una cuando entra hecha una marea de lágrimas por la puerta y se estrella en sus brazos.
Lo que sobra, que no es más que una yendo en contra de una. En su propia naturaleza. La salvaje, la que hace que vivan por vos.

Y que mueran también las ganas de querer tenerla cerca.Que mientras tanto la piel absorbe tanto agua como espacios.
Ausencias como motivos.
De tener que limpiarse siempre de lo mismo.
Los vacíos.