3.01.2011

Sueño con sonrisas (la mato y aparece una mejor)

Tan así de tener que acariciar una imagen detrás del monitor.
Desperezarse y tropezarse con la ausencia.
Acaso no hay mejor y más costosa forma de honrar la vida que sacando un pie de eso que parece una balsa, que por momentos oscila y se va, y viene y está siempre en el mismo lugar.
Apoyamos la cabeza en ese timonel que es la almohada y nos vamos de viaje por ahí.
Quebrarse entero, con Dave Matthews band sonando y Crush.
Y se te rompió la ilusión cuando te despertarste y todo eso que habías logrado, sortear las rejas de una patada, decirle a los contenedores que se queden ahí, y verla. Dibujando un cartel. Ríendose. Pintando y diciendo "'¿Ves? yo también hago música".
Y es tan de verdad.
Por el trazo es verdad.
Por los colores es verdad.
Por su risa es verdad.
Y es mentira por sueño.
Y esa tan cruda forma de ser de lo real.
De lo que no es de otra manera y no hay nada que pueda cambiarla y desdoblarla.
Bienvenido al primer peso diario: la realidad.
Ahora a caminarla.
Y de qué lado ponerse.
Empatía sensible o plástico digital.
Drogas clásicas o de moda.
Multitask o en foco.
Arte digital o tapa de Google.
Dolor sonriente o llanto escondido.
Elegir la que mejor haga y encarar la calle o las agujas. Del reloj o el masoquismo que fortalece.
Y esperar. Mirar. Pensar. Hacer que el cerebro empiece a latir suavemente, con un groove divertido. Para que se vaya acosumbrando al movimiento y no se maree cuando a la noche tenga que subirse nuevamente a ese barco comandado por el inconsciente y nos entretenga con un buen sueño de ficción sobre la irrealidad que vivimos diariamente.