9.04.2007

Luciérnaga


La noche en que las luciérnagas se emborracharon lloraron prendidas fuego sus instantes en mi boca.
Generan pequeñas explosiones que iluminaban tus ojos y mi boca corriéndote por las plazas y el descampado.
Lucen.
Sentando en la barra de la cocina descorcho de nuevo y pienso en lo difícil de lograr un vuelo alto y rápido, como ellas lo logran; escapar de las ranas come insectos, y jugar a esquivar a los niños que intentan cazarlas todas las noches de verano.
Chispean.
Luciérnaga baliza que avisa y no escatima a darme a veces risa o llanto. Actúo indiferente, pero cada vez son más, y me rodean, a tal punto de crear pequeños destellos en mi mejilla, producto de su discontinua luz y acrobacias.
Relucen.
Borrachas se caían en vuelo, apagadas por el hipo que el licor de uva les producía. Se chocaban en vuelos inconexos, a veces la luz verde a veces color piel sobre fondo blanco en constante intermitencia.
Titilan.
Triquiñuelas, vaivetean en el patio de invierno que da a la cocina. Ahora que ya es tarde, se metieron en el fondo del vaso, y por más que intente con dedos de pescador, no las puedo sacar del hielo que enfría la bebida.