10.18.2009

Parece que un beso

Parece, a veces, aparecerme resbalando de costado
pegado más al borde del andén que al azulejo de la pared.
Escapando bajo tierra por las entrañas
mirando a cualquier cielo que podamos crear
el techo del vagón
la luz de la oficina
el rasgo que deja la tinta en el papel
tus ojos
estampando el beso.

Visitamos, por momentos, viajes que son fugaces
como bostezo o estornudo.
Volvemos del lapso de fuga
como cachetazo.
Lo tenemos, ya lo tenemos ahí tan presente como invisible.
Perceptible sólo en el deseo y real en la piel, pero desde adentro.
Tu silencio me decía
que mis charlatanas manos
no sabían frenar un instante para pedirle
a los labios
o, al deseo
o, al posible fracaso
que materialicen su condición.
Y así fue que la calle no fue tan áspera, el andén no fue tan terminal y el cansancio no fue más. En el mismo momento en que tu boca apareció de nuevo apagando las luces planeadas.
De ahí a un terreno que esperaba desconociendo.
De ahí en más, sólo reirse hasta que el ascensor hunda de nuevo a la calle
ya no tan mala, y a tu beso resonando en cada carcajada.