6.27.2010

Proyecto Lluvia

Llovizna débil o garúa finita. De cualquier modo es incómodo para estar en la calle. O cubierto en un transporte, porque en la ciudad ahora se puede recorrer con un bus diferentes museos que el gobierno de la ciudad pone a disposición de turístas. O de algún pez gordo que quiera recorrer el sur en camiones de basura que licitó turbiamente. O al menos monopólicamente, porque ser representante de una asociación, empresa, grupo que tiene adjudicada por derecha o izquierda, licitaciones de transporte estatales constituye una actividad monopólica. Para eso no hay proyecto de Ley que regule. Tampoco hay proyecto de Ley que regule el ir y venir. De un candidato que vende frutas, y cuando la gente quiere frutas y quiere comerla este muchacho se pone a vender carne, a veces podrida. Tampoco hay proyecto para regular la desespereación que me genera que no toques el timbre de casa.

Llueve poco y casi nada pero molesta casi peor que un torrente de agua cayendo del cielo. Porque los domingos además de ser caseros son trágicamente suicidas. En Floresta, a las 5 de la mañana un hombre se arrojó al vacío. Al mismo tiempo, un hombre lo agarró y evito una tragedia que se va a repetir el próximo domingo, desde ortro barrio en otro edificio.
A Buenos Aires le falta clima tropical o menos dedo levantado y más Waka-Waka. O un proyecto de Ley que regule los pronósticos de los deportólogos mediáticos que apuestan, vaticinan, cambian de opinión para volver a vaticinar grandes triunfos, o grandes derrotas, pero siempre con un denominador común. Salgamos ganadores o perdedores la actuación será épica, será desmerecidamente desmedida, será un "se los dijimos, así no íbamos a llegar a ningún lado". Y si los programas que revisan archivo constantemente fueran más ecuánimes, muchos más caerían en la volteada.
Son pocas las voces que protestan en las tormentas, y pocas son las lluvias que desatan voces verdaderas o acartonada. O de caricatura, porque estuvieron por la ciudad Humberto Vélez y Gabriel Chávez, más conocidos como Homero y el señor Burns. Dos estrellas de rock que decidieron cortar relaciones con el mainstream que aportaba compañía para dedicarse a hacer giras como solistas donde visitan convenciones, radios, programas de TV personificando en voz lo que no son en personas, aunque si se los mira muy de cerca puede que hasta la piel se les haya puesto un poco amarilla.
Pasamos de leve llovizna a "nublado" y se ponen ansiosos los cronistas diarios de las calles, en las casas los analíticos del fútbol hogareño ya preparan sus filosos comentarios que quedan ahí, en los 90, 120 o lo que dure un partido de fútbol que cada vez tiene menos proyecto pero más regulaciones.