10.13.2010

La colonización de las palabras

La colonización se ha hecho y de hecho se hace, desde las palabras.  Durante años la colonización fue una buena palabra. Tiempo después la misma historia, relatada  a través de palabras que esa acción devenida del apellido de su primer estandarte era, básicamente, un crimen.
Hace 518 años estuvo bien, y hace unos casi 500 después también. Aunque según los períodos históricos el término significa distinto, más o menos todos entienden por colonizar tomar el control de un territorio ajeno. Y el problema en ese entonces era con los tipos que no entendían las palabras de los que llegaban. Esos indios brutos, esos pobres brutos.
Y los pobres suelen ser los primeros en sufrir la consecuencia de los colonizadores de las palabras.
Pobre como carencia.
Porque las palabras pueden ser agujas.
Carencia para entender el daño.
Porque no entender provoca desguace social.
Carencia para entender la emoción.
Porque la confusión no te permite tenerla.
Carencia de conocimiento y de historia.
Historia informativa.
Formas de colonizar con palabra. Y los manipuladores de ellas, los que se adjudican el monopolio de la razón, son los que reescriben la historia para justificar sus inacciones. Y cierra justo.
Cierra justo porque justifican lo mal de su presente, con algún correcto pensamiento del pasado.
¿A nadie le parece extraño que condenen lo que ayer beneficiaron delante de los que benefician hoy?
Las palabras suelen ser un boomerang que nos vuelve a atacar justo cuando estamos frente al enemigo menos pensado.
Y mientras los mentales hoy abrazan un capitalismo disciplinado.
Lo alegres siguen alegrando.
Yo trato de entender cuál es el cuento que quieren escribir, los líderes colonizadores de hoy.