Hay casi como un shock de descarga energética, catalítica de dientes estrujando, y enredado entre molares
Una leve capa casi indivisible ya de tanto ser presionada.
Tensión mandibular.
Y presión hacia la frontera que existe entre los dientes superiores y los inferiores.
Está hecho de texturas.
Definido por formas.
Una delgada línea y pocas curvas.
Revestida de piel
Que puede ser algo así como plástico maleable.
Que empieza a ser cuando se lleva una porción de uno.
Un mordisco.
La nena muerde.
Por experimento,
para saborear.
Por frustración,
por no poder captar la atención.
Por defenderse,
cuando una piel amenaza.
Por control, y así obtener un fragmento de recompensa.
La nena muerde, llora, se ríe, se muerde, llora, me ríe.
Me llora, muerde rabioso, se moja, llora, llora, se ríe, me muerde y se vuelve a reir.
Babea, golpea, se enoja, muerde llorando, ríe mordiendo y camina dando saltos y golpeándome contra la pared.
Golpea, camina, llora se ríe.
“En todos los casos es una expresión” se conforma el muñeco chicloso mientras ve, como la boca gigante y jugosa de la niña asomaba decidida nuevamente a poner a prueba la resistencia del muñeco.
El constante machaque de su objeto de deseo hecho carne de la forma más amorosamente vil.
Como masticar espinas de rosas.
Como sonarse la nariz con un cuchillo.
Como si tu chica de calendario te volteara de un solo tetazo.